Himno a la Santísima Trinidad



Uno es Amor, y tres son los amados,
bajo el techo del alma trasladados,
que le son huertos, montes y collados;
y es sueño lo demás.

Una es la Luz, y tres los resplandores,
una la Llama viva en tres ardores,
que consumen el alma en sus fulgores;
y es sueño lo demás.

Tres los hermosos son, y una Hermosura
sola, en que el alma abreva más dulzura
cuanto más se remonta en la espesura;
y es sueño lo demás. Amén.

Domingo. Santísima Trinidad.


31 de mayo de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro (Dt 4, 32-34. 39-40)
  • Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad (Salmo 32)
  • Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: "¡Abba!" (Padre) (Rom 8, 14-17)
  • Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 16-20)
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Oración al Espíritu Santo



Te adoro, Señor y Dios mío, Paráclito eterno,
de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo.
Te adoro, oh Vida de todo lo que vive.
Por Ti el universo material
se mantiene unido y en armonía,
permanece en su lugar y va transformándose
en la compenetración recíproca de sus elementos.
Por Ti fue creada la tierra
y fue ordenada durante seis días
para que fuera la morada del hombre.
Por Ti todos los árboles, hierbas y frutos, crecen y maduran.
Por Ti la primavera llega después del invierno
y renueva todas las cosas: esa belleza y maravilla,
ese estallido incontenible de vida que vence todos los obstáculos,
ese formidable triunfo de la naturaleza,
es fruto únicamente de tu Presencia gloriosa.
Por Ti las innumerables criaturas animales
viven día tras día, al recibir tu aliento.
Tú eres la vida de toda la creación, ¡oh Paráclito eterno!;
y si lo eres de este orden inferior, ¡cuánto más del mundo espiritual!
Pues por Ti, Señor todopoderoso, los ángeles y los santos
cantan himnos de alabanza en lo alto del cielo.
Por Ti nuestras almas muertas reviven para servirte.
De ti proceden todos los buenos pensamientos y deseos,
todos los buenos propósitos y todos los esfuerzos por el bien.
Por Ti los pecadores se convierten en santos
y la Iglesia es confortada y fortalecida;
por Ti combaten los defensores de la fe
y por Ti los mártires obtienen su corona.
Por Ti florecen en la Iglesia nuevas formas de vida evangélica
y nuevas devociones.
Por Ti nuevos pueblos adhieren a la fe,
y el antiguo credo apostólico encuentra nuevas expresiones
y profundizaciones.
Yo te adoro y te alabo,
Señor Dios y soberano mío,
Espíritu Santo.

Beato John Henry Newman

Dios Padre

Oh Padre eterno, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las luces, Padre santo, Padre muy dulce y amante, Padre creador del universo; ¿cuándo mereceré yo llamaros Padre, yo que soy tierra, polvo y ceniza, el último de vuestros servidores? ¿Y qué bien habéis descubierto en mí, o en cualquier otro hijo de Adán, para que hayáis querido ser nuestro Padre? “¿Quién sois vos, Señor, y quién soy yo?”. Vos sois el Dios de infinita majestad, Rey de los reyes, Señor de los señores, Santo de los santos, gloria de los ángeles y alegría de todos los bienaventurados. En vuestra presencia, los cielos, la tierra y todo lo que contienen son menos que un pequeño grano de arena en el universo; yo, por otra parte, soy un pecador, hijo del Adán pecador, que he ofendido tantas veces a vuestra soberana Majestad; y sin embargo vos queréis que yo os llame Padre. 

Padre, debo confesar dos cosas: una, que este don y gran favor viene de vuestra bondad infinita y del amor infinito que tenéis por mí; otra, que este nombre de Padre es apropiado cuando es pronunciado por los labios de vuestro Hijo único, mi Señor Jesucristo, que es vuestro Hijo por una eterna y consubstancial generación; pero no queda bien en mis labios, que son los de un pobre pecador, no es apropiado, porque yo no merezco, Señor, un bien tan grande. Sin embargo, puesto que así place a vuestra Majestad, desde ahora en adelante yo os llamaré Padre de todo corazón, y gozaré de este dulce nombre de Padre. (…)

¡Oh!, qué consuelo excita en mi alma este Palabra Padre, y no solamente consuelo, sino júbilo, alegría y soberana satisfacción (…) No puedo tener alegría más grande que la de sentir que tengo un Padre tan bueno, que es la bondad misma; tan santo, que es la santidad misma; tan sabio, que es la sabiduría misma; y en fin tan poderoso que lo puede todo en el cielo, en la tierra y en los abismos (…).

San Francisco de Sales

Domingo de Pentecostés


24 de mayo de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar (Hch 2, 1-11)
  • Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Salmo 103)
  • Hemos sido bautizados en un mismo espíritu, para formar un solo cuerpo (1 Cor 12, 3b-7. 12-13)
  • Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 19-23)
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Vigilia de Pentecostés


23 de mayo de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra (Gén 11, 1-9)
  • Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad (Salmo 32)
  • El Señor bajó al monte Sinaí, a la vista del pueblo (Ex 19, 3-8a, 16-20b)
  • Manarán torrentes de agua viva (Jn 7, 37-39)
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La transmisión de los valores humanos y de la fe religiosa en la familia

La familia es una comunidad de personas, que surge del matrimonio, es decir, de la unión estable y definitiva entre un hombre y una mujer, realizada por amor y abierta al don de la vida. Lo que está a la raíz de la familia y define, en última instancia su ser, es el amor: amor entre el hombre y la mujer que se unen en matrimonio y amor entre todos los miembros de la misma familia, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre parientes y familiares. El amor es el dinamismo interior y secreto de la familia, el que va haciendo de ella una comunidad de personas entre las cuales existe una comunión cada vez más profunda e intensa. Si falta el amor, la sensación que se tiene es que eso “ya no es una familia”.

La familia, al ser una comunidad de personas, está hecha de un entramado de relaciones: esposo y esposa, padres e hijos, hermanos, primos, tíos, abuelos etc. Vivir la familia es vivir todo ese entramado de relaciones humanas, lo que supone salir del propio aislamiento y relacionarse, es decir, escuchar, acoger, dar cabida al otro en la propia vida, dar, darse, comunicarse con el otro, ofrecerle algo de nuestro mundo interior. El enemigo de la familia es todo lo que mata o impide o bloquea o hace muy difícil la relación; porque entonces la familia deja de existir. Las realidades de naturaleza relacional sólo existen en la medida en que la relación –o las relaciones- que las constituyen se activan, se ponen en movimiento, entran en juego; si no, no existen. (continúa)

VII Domingo de Pascua. La Ascensión del Señor.


17 de mayo de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • Lo vieron levantarse (Hch 1, 1-11)
  • Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas (Salmo 46)
  • Lo sentó a su derecha, en el cielo (Ef 1, 17-23)
  • Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios (Mc 16, 15-20)
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VI Domingo de Pascua


10 de mayo de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles (Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48)
  • El Señor revela a las naciones su salvación (Salmo 97)
  • Dios es amor (1 Jn 4, 7-10)
  • Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos (Jn 15, 9-17)
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