II Domingo de Cuaresma


1 de marzo de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe (Gén 22, 1-2. 9-13. 15-18)
  • Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida (Salmo 115)
  • Dios no perdonó a su propio Hijo (Rom 8, 31b-34)
  • Este es mi Hijo amado (Mc 9, 2-10)
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I Domingo de Cuaresma


22 de febrero de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio (Gén 9, 8-15)
  • Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza (Salmo 24)
  • Actualmente os salva el bautismo (1 Pe 3, 18-22)
  • Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían (Mc 1, 12-15)
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Oración para la Cuaresma

Dios eterno y Creador de todas las cosas,
Tú que, en tu insondable bondad,
me has llamado del no-ser a esta vida,
que me has concedido la gracia del bautismo
y del nuevo nacimiento de lo Alto,
que has puesto el sello del Espíritu Santo
sobre los miembros de mi cuerpo
por el sacramento de la confirmación,
y que me has dado el deseo de buscarte,
oh Tú, el único Dios verdadero,
escucha mi oración.

No tengo vida, ni luz, ni alegría,
ni sabiduría, ni fuerza si no es en Ti, oh Dios.
No me atrevo a elevar mis ojos hacia Ti
a causa de mi iniquidad.
Pero Tú has dicho a tus discípulos:
“Todo lo que pediréis con fe en la oración,
se os concederá”, y también:
“Todo lo que pediréis en mi Nombre, yo lo haré”,
por eso me atrevo a invocarte.
Purifícame de toda mancha
de la carne y del espíritu,
y enséñame a orar.

Bendice este día que Tú me concedes, ...

Amor y verdad en la tarea educativa

Para introducirnos en la complejidad ontológica del hombre puede ayudarnos imaginar el siguiente supuesto: Si a la salida de clase, un muchacho que está enrabietado con su profesora, coge una piedra y se la tira a la cabeza, con tan buena puntería que le da de lleno, cuando más adelante es interrogado en el Consejo Escolar, a la pregunta ¿quién tiró la piedra?, puede responder diciendo: mi mano (o mi brazo), mi rabia o, finalmente, diciendo simplemente “yo”.

Estas tres respuestas son todas ellas verdaderas, y sin embargo son diferentes. Cada una de ellas nos remite a un nivel, a una dimensión, del ser humano: a la corporal (mi mano), a la anímica (mi rabia), a la espiritual (mi yo). Al mismo tiempo nos damos cuenta de que no son equiparables en profundidad, ya que cada una de ellas profundiza más en el ser del hombre: decir “mi mano” nos remite al nivel más exterior del ser del hombre; decir “mi rabia” nos remite, en cambio, a un nivel más interior, al “alma” o mundo interior del hombre; y decir finalmente “yo” nos sitúa en el centro personal del hombre, en su hondón más profundo y último: cuando escuchamos esta respuesta comprendemos inmediatamente que ya no podemos ir más lejos, que hemos tocado fondo. (continúa)

VI Domingo del Tiempo Ordinario

15 de febrero de 2015
(Ciclo B - Año Impar)

  • El leproso tendrá su morada fuera del campamento (Lev 13, 1-2. 44-46)
  • Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación (Salmo 31)
  • Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo (1 Cor 10, 31-11, 1)
  • La lepra se quitó y quedó limpio (Mc 1, 40-45)
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Mística y Religión

En la mentalidad y el lenguaje usuales, «mística» y «religión» se asocian espontáneamente en el convencimiento de que la mística es un fenómeno estric­tamente religioso que representa el culmen de la religiosidad. La palabra mística evoca inmediatamente unos estados extraordinarios -éxtasis, visiones, arroba­mientos, etc.- acaecidos en el seno de la experiencia religiosa. Esta manera convencional de asociar la mística con la religión, ha sido problematizada, sobre todo a partir de los años cincuenta, en un doble sentido: en cuanto se ha tomado conciencia de toda una gama de experiencias místicas producidas al margen de la religión, y en cuanto que se ha puesto en cuestión el que la experiencia mística representa la mejor realización de la experiencia religiosa. (continúa)

V Domingo del Tiempo Ordinario

8 de febrero de 2015
(Ciclo B - Año Impar)

  • Mis días se consumen sin esperanza (Job 7, 1-4. 6-7)
  • Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados (Salmo 146)
  • ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! (1 Cor 9, 16-19, 22-23)
  • Curó a muchos enfermos de diversos males (Mc 1, 29-39)
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